Una mirada no convencional al modelo económico, la globalización y las fallas del mercado
Alfredo Zaiat, Página 12
sábado, 10 de mayo de 2014 Publicado por mamvas en 14:33
Piketty: La economía del siglo XXI se parecerá a la del siglo XIX
Thomas Piketty es un economista francés que publicó El capital en el siglo XXI el año pasado, traducido al inglés este año. El libro está provocando conmoción en el mundo de la academia y en el espacio de debate de divulgación económica. Los conceptos centrales de la obra son:
La concentración de la riqueza aumentó en todos los países desarrollados.
Se mantiene la tendencia a la no intervención impositiva sobre esas fortunas (una muestra es la resistencia a la Tasa Tobin en Europa).
Si no hay cambios en esa situación, la economía del siglo XXI se parecerá a las del siglo XIX, cuando las elites económicas heredaban la riqueza en lugar de obtenerla del trabajo. Será una sociedad neovictoriana clasista, dominada por la riqueza no ganada de una elite hereditaria.
La propuesta de Piketty, que admite “utópica”, para evitar ese retorno a un mundo oligárquico es un esfuerzo coordinado a nivel mundial para aplicar impuestos a esa inmensa masa de riqueza concentrada en pocos. Concluye que si no se toman medidas drásticas, el funcionamiento de la economía estará condicionada por las personas que simplemente posean la riqueza heredada de sus padres.
El
argumento principal de El
capital en el siglo XXI es
que el capitalismo, en su forma neoliberal (de mercado) o
intervencionista (Estado de bienestar), conduce a una economía
dominada por quienes tienen la suerte de nacer en una posición de
riqueza heredada. Si bien realizó el análisis sobre países
desarrollados (Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Canadá,
Japón y el Reino Unido), en la Argentina también está teniendo ese
reflejo y es interesante observar cómo los hijos de familias de gran
fortuna y visibilidad pública comenzaron a reunirse en un grupo de
afinidad (revistas de la farándula, deportiva y de negocios los
están mostrando).
Piketty
explica que de ese modo funcionaba la economía de Europa a
principios del siglo pasado, y que la prepotencia de la riqueza
heredada sólo fue destruida por la devastación de dos guerras
mundiales, con una profunda depresión en ese intervalo. Después de
esos traumáticos eventos, se desplegó un período de rápido
crecimiento asociado a los estímulos de la posguerra, a la
reconstrucción europea y a la recomposición del consumo. En los
últimos 30 años, esa dinámica subyacente del poder económico
heredado se ha revitalizado y reafirmado.
¿Cuál
es la definición de capital de Piketty? Quienes lo acusan de
marxista es porque no conocen el concepto marxista de capital, pero
los sectores conservadores consideran marxista a cualquiera que
estudia o tiene una posición crítica sobre la desigualdad y la
concentración de la riqueza. Piketty utiliza una definición amplia
al considerar que “el capital” es igual a “la riqueza”. O
sea, todo el patrimonio (propiedades, activos en efectivo,
inversiones en acciones y bonos) constituye el capital o riqueza.
Piketty no sólo señala que la distribución del ingreso (dinero
obtenido por las personas que trabajan) es desigual sino que la
riqueza (el stock de activos) se reparte en forma mucho más
desigual. Esto significa que no sólo la brecha es inmensa en la
retribución por el trabajo sino que esa diferencia es abismal en la
tenencia de la riqueza global.
El
esquema analítico de Piketty es el siguiente: a partir de definir la
tasa de retorno sobre el capital (r) y la tasa de crecimiento
económico nominal (g), utiliza una larga serie de tiempo de 200 años
de datos sobre pobreza, ingresos y riqueza para países
desarrollados. Con esa inmensa cantidad de información determina un
comportamiento económico sencillo de entender. Calculó que r se ha
ubicado en el 5 por ciento promedio, mientras que g ha sido inferior
a ese porcentaje en ese extenso lapso. Esto significa que la tasa de
crecimiento económico global ha sido menor al incremento de la
riqueza de las grandes fortunas. Piketty denomina “ley fundamental”
a la fórmula r > g, o sea que los ricos se hacen más ricos en
forma permanente. De otro modo, en el capitalismo, si la tasa de
retorno de la riqueza privada es superior a la tasa de crecimiento de
la economía, la participación de las rentas del capital en el
producto neto se incrementará. Piketty afirma que en el largo plazo
la desigualdad económica no será solamente por la brecha entre las
personas que ganan altos salarios y los que reciben ingresos bajos
sino que será entre las personas que heredan grandes fortunas en
propiedades y efectivo, y quienes no.
Es
un resultado que se ha verificado en estos años de crisis global en
las potencias mundiales, según el World Ultra Wealth Report, informe
mundial de la ultra riqueza de Wealth-X y el banco suizo UBS: con una
caída o estancamiento de las economías centrales que se extiende ya
por siete años, desde 2009 hasta 2013 la población ultra rica del
mundo incrementó su riqueza (sin ajustar por inflación) un 44,1 por
ciento.
En
la muy completa reseña publicada en el medio electrónico
estadounidense Vox, Matthew Yglesias resume que “cuando r es mayor
que g, la piscina de la riqueza de los ricos crece más rápido que
el conjunto de los ingresos percibidos por los trabajadores”.
Señala que esto no significa necesariamente que los pobres sean más
pobres sino que cada vez es más grande la brecha entre las ganancias
de las personas que poseen una gran cantidad de propiedades e
inversiones financieras y las de las personas que reciben un ingreso
de su trabajo para vivir.
Hasta
el conservador The Economist en una crítica al libro de Piketty se
rindió ante la formidable “base de datos sobre la que se construye
el libro, siendo difícil de disputar su llamado a una nueva
perspectiva de la era económica moderna, estemos o no de acuerdo con
sus recomendaciones de política”. En el artículo “Capital in
the Long Run”, publicado en la edición del 9 de enero pasado, The
Economist afirma que políticamente no puede sostenerse una
concentración de la riqueza creciente, y “aquellos que quieran
preservar la economía de mercado tienen que lidiar con esa dinámica
en un contexto preocupante con las cifras sobre la desigualdad que
presenta Piketty”.
También
fue criticado por el economista de la Universidad de Texas en Austin,
James K. Galbraith (hijo del célebre economista del siglo pasado,
John Kenneth Galbraith), en un artículo publicado en la revista
trimestral Dissent “Kapital for the Twenty First Century?”. Dice
que el libro de Piketty sobre el capital no es ni sobre el capital en
el sentido utilizado por Marx, ni sobre el capital físico como
factor de producción en el modelo neoclásico de crecimiento
económico. Galbraith concluye que “es un libro principalmente
sobre la ‘valoración’ de activos materiales y financieros, la
‘distribución’ de los activos a través del tiempo, y la
‘herencia’ de la riqueza de una generación a otra”.
Más
allá de controversias por derecha (The Economist) y por izquierda
(James K. Galbraith), el libro tiene el mérito de instalar en el
corazón del capitalismo el debate sobre la desigualdad, y no sólo
de ingresos sino la que emerge del reparto del stock de riqueza
global. Es lo que afirma Paul Krugman en “The Piketty Panic”,
publicado en The New York Times, cuando elogia la obra del economista
francés porque “es la manera en que echa por tierra el más
preciado de los mitos conservadores: que vivimos en una meritocracia
en la que las grandes fortunas se ganan y son merecidas”. Menciona
que lo realmente sorprendente del debate es que la derecha parece
incapaz de organizar ninguna clase de contraataque significativo a la
tesis de Piketty.
El
capitalismo no está generando una mejor distribución de la riqueza
y de los ingresos sino que su concentración es el estado natural del
capitalismo más que una excepción, como postula el pensamiento
económico convencional con su expresión política en el
conservadurismo. Piketty afirma entonces que se está transitando
hacia una economía dominada por el “capitalismo patrimonial”,
donde la lista Forbes 400 (los más ricos del mundo) estará dominada
no por los fundadores de las empresas líderes sino por hijos y
nietos de la súper elite de hoy.
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